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01 /09 / 2019

Una gestión más meditada de las infraestructuras daría el oro a las ciudades olímpicas

Cuando se apagan las luces, las consecuencias de los Juegos Olímpicos en las ciudades anfitrionas no son nada brillantes.

Por Radha Mistry para Redshift

Tras la inauguración de los juegos modernos en la Atenas de 1896, pocas ciudades olímpicas (quizá Barcelona 92 y Los Ángeles 84 sean los únicos ejemplos) han conseguido aprovechar las infraestructuras de los juegos: el Estadio Nacional de Pekín, construido para la Olimpiada de Verano de 2008, no tiene nada fácil programar eventos que precisen sus 80 000 localidades. Las ciudades olímpicas de Río de Janeiro y Atenas están abandonadas sin que las promesas de regeneración urbana de los juegos hayan podido materializarse.
 
Londres ha salido mejor parada que la mayoría de ciudades anfitrionas, pero si nos remontamos a los Juegos de Verano de 2012, sus habitantes dejaban clara su intranquilidad por el impacto de aquellas olimpiadas. Desde todos los ámbitos se analizaba la presión sobre el transporte público, las empresas locales y barrios, y los residentes manifestaban su preocupación por la masa de visitantes que añadiría una presión adicional a unos sistemas al borde del colapso. Y, tras los juegos, las iniciativas para reutilizar las instalaciones, como la transformación de la villa olímpica en vivienda asequible, no parecían ser suficientes.
 
En 2018, cuando Los Ángeles se hizo con los Juegos Olímpicos de 2028, la ciudad dispersa ya estaba dando sus primeros pasos para llevar a cabo un plan urbano a 20 años con el que actualizar la red de transporte. Aunque inicialmente se vio inmerso en trabas legales, el plan ofrece una mayor conectividad y accesibilidad gracias a una moderna red de transportes, y además prevé la sustitución de las anticuadas canalizaciones de agua por otras más sostenibles. Sin embargo, los ciudadanos aún no confían en que este plan favorezca sus necesidades a largo plazo frente a las necesidades inmediatas de los juegos.
 
¿Y si Los Ángeles lograra resolver sus problemas existentes con las infraestructuras y se convirtiera en un modelo de éxito cívico tras las olimpiadas?
 
Cualquier ciudad encargada de albergar unos juegos olímpicos debe mantener un delicado equilibrio. Una manera novedosa y proactiva de enfocar la planificación es el denominado “desarrollo urbano anticipativo”, un modelo de diseño generativo para las ciudades que se va ajustando conforme surgen nuevos factores y se detectan inesperadas limitaciones locales. Aunque en un primer momento puede parecer confuso, construir con esta flexibilidad y capacidad de adaptación implicaría que el estudio de alternativas según varios escenarios posibles fuera cosa del pasado.
 
A medida que evolucione el proceso de diseño, surgirán nuevas funciones que definirán cómo se van a construir las cosas. Por ejemplo, un supervisor de recursos dinámicos podría gestionar una red de proyectos de construcción en toda el área de Los Ángeles. El uso de robots en esos proyectos tendría muchísimo potencial en cuanto a trasladar la previsión y productividad, tan necesarias, de la línea de montaje a la obra en construcción.
 
Para ese hipotético supervisor de recursos dinámicos, la automatización podría permitir controlar una red completa de obras conectadas mediante sensores a todo un ecosistema de proyectos en construcción. Trabajar con una plataforma centralizada en lugar de catálogos de productos aceleraría una distribución más segura y eficiente de materiales, equipos e incluso mano de obra entre los distintos emplazamientos según las necesidades puntuales, evitando los excedentes de personal y de productos. Reconfigurar los sistemas de organización tradicionales reduciría drásticamente los recursos desaprovechados en un proyecto e impulsaría en la ciudad el equilibrio entre la oferta y la demanda.
 
Otro nuevo profesional, el auditor de datos, serviría de enlace entre el sector público y los particulares. Se encargaría de trabajar con la comunidad, las autoridades locales y el Comité Olímpico Internacional (COI) para informar del desarrollo y para “traducir los datos” a los ciudadanos. Podría colaborar con otros expertos como ingenieros de actualización inteligente, quienes utilizarían el análisis predictivo para evaluar el impacto de las actualizaciones y establecer los recursos necesarios. Gestionar la opinión pública es una labor ingente, pero también necesaria.
 
¿Qué pasaría si este equipo de expertos recibiera el encargo conjunto de llevar a buen puerto el diseño y la construcción de las infraestructuras olímpicas? El COI podría incentivar una planificación presupuestaria realista, incrementar la transparencia y fomentar inversiones sostenibles de interés público. Si los juegos olímpicos ofrecieran realmente a los representantes locales la oportunidad de conseguir sus objetivos regionales de transporte e infraestructuras, si dieran voz a los residentes gracias a un acceso más adecuado a los datos y a lo que estos significan, los resultados serían muy distintos para las ciudades anfitrionas.
 
Con menos de nueve años para finalizar las infraestructuras de la ciudad olímpica de Los Ángeles, ¿cómo puede el planeamiento urbano hacer frente a la capacidad y planificación de los juegos sin perder de vista las necesidades de los habitantes? Además de los costos y la programación temporal, el conjunto debe integrar la demanda de vivienda y el acceso a largo plazo de los residentes a los servicios necesarios (tiendas, agua, colegios, terminales de transporte), así como lugares de interés para los visitantes.
 
Salirse del camino marcado no es tarea fácil. Herramientas como el diseño generativo proporcionan a los urbanistas la capacidad para controlar situaciones muy complejas y para colaborar con equipos de diseño y construcción en busca de soluciones globales. Para un equipo de trabajo, ¿puede haber mejor forma de comprobar este sistema que un proyecto tan grande como una villa olímpica? Aprovechar las herramientas del diseño generativo permitiría incorporar las directrices de la empresa y las limitaciones de los recursos (como escasez de agua o cronogramas muy ajustados) para adaptar la programación cuando sea necesario. Las infraestructuras existentes podrían reconvertirse para los juegos olímpicos y los edificios temporales podrían prever su fácil demolición y la reutilización de sus materias primas en otros proyectos.
 
Sea cual sea el planteamiento, el desarrollo urbano anticipativo no estará exento de problemas. El COI reconoció que el caso de Los Ángeles era diferente a otras ciudades anfitrionas, ya que contaba con un planeamiento en marcha para varias décadas en cuyas previsiones no entraba volver a organizar un evento de la magnitud de una olimpiada, por lo que será necesario volver a evaluar los proyectos previos para determinar cuáles podrán aprovecharse durante los juegos.
 
Por ejemplo, el sistema de metro de Los Ángeles, uno de los mejores del país, apenas es utilizado por un pequeño número de habitantes. Pero es posible que el enfoque innovador de Los Ángeles en cuanto al transporte y otras infraestructuras pueda exportarse a las próximas ciudades olímpicas para que también se beneficien de la organización de los juegos.
 
Imaginemos este escenario futurista: una estación de metro recién terminada emite una cadencia de breves pitidos que anuncia la apertura y cierre de las puertas del tren de una línea reabierta al público. Discurre por un barrio típico del corredor de Los Ángeles, con sus urbanizaciones de viviendas unifamiliares, cafeterías y mercados. Un grupo de adolescentes sale del vagón, seguido de una madre con dos niños y gente cansada que vuelve del trabajo. De vez en cuando se ve circular un vehículo privado sin conductor, pero solo el transporte público (eléctrico, por supuesto), las bicicletas y los peatones pueden detenerse en esta zona libre de congestión.
 
Los Ángeles y otras ciudades olímpicas tienen esta escena a su alcance. Todo comienza por adherirse a las posibilidades dinámicas del desarrollo urbano anticipativo.

 

La autora quiere agradecer su colaboración a Jessy Escobedo, quien realiza sus prácticas en Autodesk. Sus investigaciones han sido esenciales para la redacción de este artículo.